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Carlos Gil Arellano, siempre amó la música. A la edad de 10, empezó a tocar la trompeta en su colegio San Francisco de Asís de Huancabamba, sierra piurana.

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Entre cerros, sanjuanitos y pasillos aprendió a sentir el gusto por la música hasta integrar la banda de su escuela. Nunca imaginó que doce años después estaría recorriendo Europa con Armonía 10 y, posteriormente, ingresando a la Orquesta Sinfónica Municipal de Piura.

“Esta es una profesión con respeto”

Carlos Gil, de 35 años y padre de dos niñas, recuerda aquellos tiempos de mucho sacrificio, como el que atravesamos ahora. “La música te enseña a tener humildad, apoyar, compartir; te sensibiliza y te ayuda a reconocer a los demás músicos”.

Orquesta Sinfónica Municipal de Piura se luce entre la música ...
Fuente: Andina

«Teniendo fe y esperanza vendrán tiempos mejores. Por favor quédense en casa, no solo por la salud de sus familiares, sino por la de todos los peruanos”, pide este músico como parte de la campaña #Quédateencasa que promueven la Orquesta Sinfónica de Piura y Caja Piura .

Carlos terminó el colegio en Huancabamba y postuló a la Escuela Superior de Música José María Valle Riestra porque quería aprender más académicamente.

De esa forma, empezó a trabajar en bandas, entró la música popular con JJ Band y a grupos de mariachis como Los Hermanos Bonilla.

Carlos Gil siempre deseo estudiar música y divertirse haciéndola. En el 2005, a la edad de 23 años, empezó a trabajar con la familia Lozada y se integró como trompetista en la orquesta Armonía 10.

Durante esta etapa compartió escenario con estrellas de la cumbia como Percy Chapoñay, Carlos Soraluz, Roberto Moreno, Guadalupe Risco, Paul Flores y Anthony Ponce bajo la dirección musical de Walter Lozada.

¿Cómo lo logró?

“Yo iba a los conciertos de Armonía 10. Ahora tocaba con ellos. Fue bonito. Nunca pensé que viajaría por el Perú y menos aún por Europa. A través de la música puedes lograr muchas cosas”, reflexiona.

Ahora, integra la Sinfónica Municipal de Piura como un trompetista. Sin embargo, sus gustos no han cambiado.

Pues, sigue tocando parrandas, pachangas y hacía bailar a la gente, pero, ahora lo hace al estilo académico de partituras de Mozart o Beethoven.

Para él, uno de los proyectos más gratificantes que realizó fue con los niños del Bajo Piura tras la inundación por el desborde del río Piura en el 2017.

Carlos fue parte del grupo de músicos que enseñó a tocar instrumentos a los pequeños del caserío La Campiña y al finalizar las clases realizaron un recital por Navidad.

Debido a esta vivencia, Carlos Gil tiene más paciencia ante los problemas, sobre todo ahora donde cientos de familias sufren los efectos del coronavirus en el Perú.

Por ello, siempre recuerda esta frase:

«La fe no debe perderse, así como tampoco la música»

Fuente: Caja Piura

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