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A mediados del 2007, Yoni Fustamente y sus hermanos produjeron 10 docenas de hisopos con una máquina prestada y 200 soles de inversión. Las vendieron en una tienda del centro de Lima y el comprador les pidió más: toda la madrugada siguiente trabajaron para hacer la entrega. Junto a su hermano Carlos Fustamante, el menor, había encontrado el nicho de mercado para su emprendimiento.

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Desde allí no pararon, solicitaron préstamos y asesoría financiera, compraron máquinas en China y ahora, 12 años después, producen 300 docenas diarias y venden hasta 350 mil soles mensuales.

¿Cómo lo lograron?
La familia de Yoni y Carlos Fustamente Pérez es natural del distrito de Chugur, provincia de Hualgayoc, Cajamarca. Su hermano mayor fue el primero en llegar a la capital en la década de los noventa; fabricaba escobillones industriales y sus clientes le pedían hisopos, cosa rara para él. Tiempo después llegó Yoni y empezó a trabajar como mesero, así se ganaba la vida.

Sin embargo, comenzó a idear negocios que sean rentables, salía a las calles y reflexionaba sobre qué hacer. Un día se dio cuenta de la idea que tenía su hermano. Los hisopos eran el punto de partida para los dos hermanos Carlos y Yoni, ahora socios.


“Les dije que, si ‘tenemos miedo, no hacemos nada’”, narra Yoni.

“Quería hacer algo un día”, cuenta Yoni en su taller de La Ensenada, en Los Olivos, rodeado ahora de 22 colaboradores que empujan la Corporación Yofupsa S.A.C., empresa que empezó como un pequeño negocio en el distrito de San Martín de Porres y que hoy fabrica hisopos, escobillas, recogedores y diversos artículos de limpieza que se venden y compran día a día en Lima, y exportan a Bolivia y Ecuador.

No fue fácil entrar al mercado. Si bien empezaron con 200 soles de inversión para comprar materia prima (plástico), moldes y movilidad, e incluso tenían puntos de venta en distintas zonas de Lima, la familia de Yoni peleaba contra dos obstáculos: el miedo a invertir más y los pocos conocimientos en administración. Pese a ello, seguían buscando clientes potenciales en zonas donde se vendían artículos similares a los que fabricaban.

“Les dije que, si ‘tenemos miedo, no hacemos nada’”, narra Yoni. Así que acudieron a Caja Piura, entidad financiera que confió en el proyecto de los Fustamante, quien les brindó asesoría personalizada para guiar mejor el financiamiento, y les ofrecieron facilidades de pago y rapidez para obtener los créditos. El primer préstamo consistió en 10 mil soles y les fue bien, las ganancias se veían.

Empezaron a diversificar productos; aquí aparecen las escobillas, recogedores, incluso importan maquinaria desde Asia para fabricar estos artículos y las venden a nuevos emprendedores. “Nos atendieron bien, hemos traído maquinaria de China con préstamos que nos dio Caja Piura de 10, mil, 20 mil, 50 mil, 90 mil soles”, explica Yoni Fustamante.


Más de 12 años después, los jóvenes cajamarquinos Carlos y Yoni Fustamante, quien era mesero en la capital, se convirtieron en emprendedores con visión y perseverancia.

“Nos impulsó la necesidad de tener algo. Somos una familia humilde”, recuerda Yoni, mientras coordina el trabajo con su hermano Carlos y sus colaboradores en la fábrica. Más de 12 años después, los jóvenes cajamarquinos Carlos y Yoni Fustamante, quien era mesero en la capital, se convirtieron en emprendedores con visión y perseverancia. Ahora dirigen la empresa que siempre soñaron tener, quizás desde su primera venta de hisopos en el centro de Lima, y que gracias a su esfuerzo hoy es una realidad.

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