La Dirección Regional de Educación de Piura informó que, durante el primer semestre del año, 314 estudiantes han sido víctimas de violencia escolar en la región, de los cuales 159 son casos de violencia física, 112 de violencia psicológica y 43 de violencia sexual.
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Estas cifras generan preocupación en la comunidad, impulsando la reflexión sobre las medidas necesarias para abordar este persistente problema. Frente a esto, el Dr. Eduardo Granda Córdova, psiquiatra del Hospital Especializado San Juan de Dios Piura, destacó que el primer paso hacia un cambio efectivo es reconocer que la violencia escolar es un problema arraigado en la estructura de la sociedad, donde los más afectados son los adolescentes, quienes replican patrones negativos de su entorno.
¿Cómo identificar posibles agresores de violencia escolar?
El bullying, uno de los tipos de violencia escolar, involucra tres elementos: la víctima, los espectadores y el agresor. El Dr. Granda señaló que los agresores tienden a ser adolescentes con problemas en el control de impulsos, dificultad para seguir normas, baja tolerancia a la frustración o en muchos casos, provienen de familias disfuncionales.
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Los signos de alerta se deben observar de cerca por la comunidad educativa. Asimismo, resaltó que la formación en valores comienza en el hogar.
Por ello, es importante que las familias estén pendientes a las características de cada adolescente de su hogar, ya que se encuentran en una etapa importante de desarollo y moldeamiento cerebal.
«Estas características pueden ser tanto una ventaja como una desventaja, dependiendo del entorno en el que se desenvuelvan», afirma el especialista de San Juan de Dios Piura.
Oportunidades y desafíos
Por otro lado, una de las características clave de la adolescencia es la búsqueda de sensaciones, que puede ser beneficiosa si se proporcionan las herramientas adecuadas para explorar e innovar. Sin embargo, la falta de oportunidades puede llevar a la búsqueda de novedades, a menudo conduciendo al consumo de drogas, advierte el médico.
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Otra característica es la intensidad emocional, que puede ser una ventaja, ya que permite a los adolescentes explorarse a sí mismos y desarrollarse. En ese sentido, el especialista enfatizó la importancia de que los adultos guíen este proceso, ya que, de lo contrario, los adolescentes pueden no aprender a regular sus emociones de manera saludable.
«Si un adolescente recurre a la violencia física para liberar su ira, esto indica que no ha aprendido a manejar esa emoción», aclaró.
Asimismo, la tercera característica de la adolescencia es la búsqueda de identificación con sus pares, un proceso que requiere orientación de los padres para evitar que los adolescentes se unan a grupos sociales que promuevan conductas inapropiadas.
Prevención de la violencia escolar
Por su parte, la comunidad educativa puede desempeñar un papel fundamental en la prevención de la violencia escolar. Cuando se identifican signos de alerta en un estudiante, los docentes deben derivar el caso al psicólogo de la institución para una evaluación más exhaustiva, descartando posibles trastornos mentales.
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Luego, es esencial involucrar a la familia para abordar cualquier problema que pueda estar afectando al estudiante y trabajar juntos en la promoción de estilos de vida saludables.
Finalmente, la prevención desempeña un papel crucial en la lucha contra la violencia escolar, y el Dr. Granda manifestó que las instituciones educativas deben esforzarse por crear un ambiente en el que los estudiantes se sientan seguros para expresarse y relacionarse. Esto se logra promoviendo valores democráticos y desalentando firmemente la violencia.
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