Verónica Parravecino abre las páginas de sus recuerdos y evoca con orgullo a su abuela Jovita. Gracias a ella, no solo heredó una enviable sazón, sino también el gusto por la comida tradicional piurana, que hoy distingue a Dolce Vero – Bufé and Coffee Break, su emprendimiento culinario.
Esta historia se cuenta de dulce a salado. Transcurría el 2017 cuando Verónica empezó a preparar kekes saludables, que rápidamente se hicieron populares en el colegio de sus hijos. Sus primeros pedidos fueron de madres de familia atraídas por la calidad y sabor de estos postres.
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Una voz interior le dijo entonces este era solo el inicio de algo mucho más grande. Abrió una cuenta en Facebook y decidió ampliar su oferta inicial de postres saludables al servicio de catering y coffee break para empresas. Este incluye un café gourmet de calidad, sanguches, bocaditos (dulce y/o salados).
Todo resultó un éxito; sin embargo, sentía que su propósito no estaba completo.
Rescantado la tradición
“Desde pequeña he crecido con comidas típicas [de Piura]”, dice Verónica, “[pero] ahora los chicos ya no las comen”. Teniendo presente a Jovita, se hizo la promesa de rescatar los platos locales que corren el riesgo de quedar en el olvido. Así nació su impecable servicio de bufé criollo.
Este consiste en comida típica local: ceviche, seco de cabrito, guineo con alverjas, sancochado, tamales, seco de chavelo, majado de yuca, mote aliñado, chicharrón de chancho, en lo salado. Y quesillo con miel de chancaca y coctel de algarrobina, en lo dulce.
“[Mis comidas] no tienen muchos condimentos, [esto hace] que destaque el sabor de los ingredientes, que se precie el sabor”, destaca Verónica. Una pizca de sal, pimienta y un poco de ají de color son el mejor secreto que le transmitió Jovita.
Dificultades
Para Verónica Parravecino, sacar adelante este negocio no ha sido un camino de rosas. Desde que abrió Dolce Vero, sus días no han vuelto a ser los mismos, pues tiene que darse tiempo para ella, su familia, su trabajo como asesora comercial y ahora su emprendimiento.
“Es difícil porque tengo tres niños y un trabajo fijo […] pero sino lo lo hago ahorita (Dolce Vero), ya no lo hago nunca”, expresa. “Saco tiempo de donde no hay para poder seguir”.
“Esta empresa es mi bebé. Tengo que sacarla adelante y ponerle esfuerzo y dedicación”, agrega. Reflejo de ello es que no duda en quedarse hasta altas horas de la madrugada para cumplir con sus pedidos y dar la mejor atención a sus clientes.
Secreto del éxito
Lo aprendió de Jovita y es el sello indiscutible de Dolce Vero: una atención de calidad y personalizadas, como en casa. Ello se complementa con insumos de calidad y ecológicos, cuya preparación es baja en grasas y azúcar.
“Preparo las comidas como si fueran para mi familia: de buena calidad, ricas y frescas”, asegura Verónica. “Si lo haces con cariño y amor, va a tener un buen resultado”.
Asimismo, subraya que un emprendedor debe estar dispuesto a asumir riesgos y no dejar de intentar nuevas cosas por miedo. Sumado a ello, la constancia y la perseverancia han sido valores claves para impulsar su negocio día a día, y hacer realidad cada una de sus metas.
Nuevos retos
Esta emprendedora aspira a abrir su propio restaurante, ante la creciente demanda que tienen sus exquisitos platos, y llevar su servicio de catering y bufé criollo a otras provincias de la región para seguir difundiendo la sazón tradicional piurana.
Pero su reto más grande es escribir su propio recetario, en memoria a su abuelita Jovita. Esta es una meta personal con la que busca rescatar y dejar evidencia de la tradición culinaria de su familia para que no se pierda.
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