El estado de resultados al cierre de 2024 debe ser analizado con cautela, ya que sus mayores pérdidas, según este informe, se deben al deterioro de activos y la depreciación. Ambas partidas no reflejan “pérdidas de dinero” o “salidas”; son efectos puramente contables.
El deterioro de los activos indica que la empresa se ha dedicado a remesar sus ganancias y no ha reinvertido parte de ellas en su negocio. El mercado de las telecomunicaciones ha estado muy dinámico, con numerosas innovaciones, y la empresa no ha optado por innovar. Sus activos están obsoletos; la mayoría de las empresas reemplazó sus líneas por fibra óptica, mientras que Telefónica no lo hizo a la velocidad exigida por el mercado, lo que la ha desplazado ante nuevos competidores.
En el estado de resultados, observamos que el gasto por deterioro de activos ha aumentado significativamente, de 64 millones en 2023 a 1,215 millones en 2024. Este es un incremento sustancial de 1,150 millones que se refleja en las pérdidas, pero no necesariamente implica una salida de dinero.


La empresa ha priorizado remesar sus ganancias, y con estos activos ya no puede competir en el mercado de comunicaciones con aquellas empresas que han decidido invertir e innovar. Está condenada a seguir perdiendo clientes que optarán por migrar hacia un mejor servicio (velocidad y calidad).
Por ahora, la fibra óptica es una alternativa, pero pronto el internet satelital, sin cables de por medio, será una opción viable.
Sus activos están quedando obsoletos debido al avance de la tecnología, el cual Telefónica no ha seguido por decisión propia.
Al entrar en una situación concursal, su operatividad se verá aún más afectada; los clientes migrarán y, con ello, los ingresos caerán más. Los acreedores pensarán dos veces antes de proporcionar servicios, lo que disminuye la calidad del mismo. El valor de la empresa seguirá disminuyendo.
Los dueños no pierden; optaron por un modelo que aprovecharía el mercado exclusivo que les brindó la concesión (monopolio) y se dedicaron a remesar lo que pudieron. Ahora, deciden cerrar el negocio arrastrando a los acreedores en esta situación. Esta empresa nunca fue verdaderamente competitiva en el mundo de las telecomunicaciones. Los dueños ya han decidido alejarse del negocio, satisfechos con las ganancias obtenidas.
Esta empresa no está perdiendo; están simulando “pérdidas”. No debemos permitir que remesen y exigir que cumplan con todas sus obligaciones con los acreedores. No se debe permitir la declaración de insolvencia por el momento.