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Es muy común caminar por las calles de Lima e impactarse por la gran cantidad de locales de comida que existen. Muchos de ellos ofrecen una amplia variedad de platillos deliciosos y dignos exponentes de la gastronomía nacional. Sin embargo, también llaman la atención las historias detrás de algunos negocios reconocidos que han logrado sobresalir gracias al trabajo duro y la perseverancia.

Uno de ellos es La Lucha, sanguchería criolla que hoy en día ha logrado hacerse un espacio en el corazón de muchos ciudadanos y se ha convertido en un verdadero éxito, llegando a traspasar fronteras, pese a que inició como un emprendimiento lleno de sueños y expectativas.

Un comienzo humilde con grandes sueños

César Taboada nació bajo el cielo piurano, exactamente en Catacaos, en una familia numerosa de once hermanos. Desde su juventud demostró una particular habilidad para los negocios.

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Sus primeras ventas fueron sándwiches en la plaza de su ciudad natal, hechos con insumos como asado, pavo o chicharrones. Estos eran ofrecidos a cinco soles por el emprendedor, quien también se dedicaba a alquilar historietas a diez céntimos. Con este dinero podía costearse algunos gustos juveniles, como asistir a una fiesta con amigos.

Con el paso del tiempo, Taboada decidió emigrar a Lima para estudiar una carrera profesional. Aunque muchos podrían pensar que se inclinó por la gastronomía, su elección fue ingeniería mecánica y eléctrica. Desafortunadamente, tuvo que dejar la carrera en el séptimo ciclo debido al golpe militar de la época.

Por azares del destino, más adelante se convirtió en contador, una profesión que ejerció durante al menos 16 años y que le permitió adquirir amplia experiencia en el mundo empresarial. Con el tiempo, decidió independizarse y abrió su propio estudio en Miraflores.

La casualidad que cambió su vida

La vida está llena de coincidencias y casualidades que pueden cambiar nuestra historia para siempre. Algo parecido le ocurrió a César cuando, mientras ejercía como contador independiente, solía tomar café cerca de la calle de las Pizzas en Miraflores, en las famosas mesas de ajedrez frente al Parque Kennedy.

Según narró para la PUCP, en ese lugar conoció a quien sería su socio: un «gringo» con quien entabló conversación y poco a poco se hizo amigo. Taboada lo ayudó a abrir su propio restaurante y, luego, lo convenció para que se convirtiera en su socio en el proyecto que ya tenía en mente.

Ese proyecto era La Lucha, un sueño nacido del deseo de César de tener algo propio y de la necesidad de encontrar en Lima los sabores característicos de su natal Piura.

La Lucha Sanguchería Criolla abrió su primer local con apenas 12 metros cuadrados, pero con un objetivo claro: ofrecer la mejor calidad a los comensales. Para ello, Taboada y su socio probaron cada uno de los productos de su carta durante ocho meses seguidos, asegurando que cada ingrediente alcanzara el nivel deseado.

Conseguir el capital para crecer fue otro reto. Al inicio, los bancos y centros comerciales no confiaban en el proyecto. Sin embargo, con el tiempo, el negocio se ganó su espacio y el reconocimiento de clientes y expertos gastronómicos, incluyendo a Gastón Acurio, quien elogió uno de sus sándwiches.

¿Por qué se llama La Lucha?

El nombre del restaurante ha despertado curiosidad desde siempre. Aunque podría pensarse que hace referencia a una mujer, en realidad simboliza la lucha diaria de los emprendedores por sacar adelante sus negocios, tal como lo hizo César.

Un concepto que revaloriza lo nuestro

Desde lejos, los locales de La Lucha destacan por su decoración tradicional, cuadros con mensajes de aliento y una cocina abierta donde se pueden ver los ingredientes frescos.

Uno de los productos estrella del restaurante son las papas nativas fritas, provenientes de la sierra peruana, así como la tradicional chicha morada. Taboada ha destacado que la mayoría de sus insumos son nacionales y se conservan frescos en sus propios almacenes.

El concepto de La Lucha es mantener los sabores peruanos, pero adaptarlos a una versión moderna de comida rápida, sin perder su esencia. Para ello, cuentan con chefs, maestros panaderos y un equipo que garantiza productos de calidad.

La expansión de La Lucha

El éxito de La Lucha no se ha limitado a Perú. Hoy en día, la sanguchería cuenta con locales en otros países de la región, como:

  • Colombia: Calle 93, Calle 85 y Plaza Claro en Bogotá.
  • Chile: Costanera y Alto las Condes en Santiago.

En Perú, su expansión también ha sido notable. Actualmente, se pueden encontrar locales en:

  • Diagonal
  • Mega Plaza
  • Plaza Lima Sur
  • San Miguel
  • Aeropuerto
  • Luchita
  • Óvalo Gutiérrez
  • Plaza Norte
  • El Polo
  • Trujillo
  • Arequipa

Con esta expansión, el sueño de César Taboada ha trascendido fronteras, demostrando que el éxito puede nacer de pequeños comienzos y que, con esfuerzo y pasión, es posible alcanzar grandes logros.

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