Dueña de una destreza manual desde la infancia, Patricia Albán Lachira es propietaria de una marquería y de un negocio de arte y decoración, emprendimientos con los que busca evidenciar el valor sentimental, espiritual y material que cada trabajo hecho a mano posee.
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A sus 38 años, Patty, como suele ser llamada, advierte que emprender no es fácil. “Un trabajo que depende de la imaginación, de la mano de obra y de una buena dosis de tiempo no es lo suficientemente valorado en Piura”.
Pero a pesar de que el aprecio sobrio forme parte del panorama, Patricia maneja dos negocios artísticos y hace que cada producto sea una muestra exclusiva y llena de dedicación.
Marquería ASA
Hace 16 años, mientras estudiaba la carrera de Derecho en la Universidad de Piura, Patricia Albán ideó con su esposo la manera de iniciar un negocio que le permita mantener un embarazo tranquilo.
Un grupo de pintores que apenas salía a la luz formaba parte de la lista de amigos de la pareja, entonces una idea surgió: la realización y venta de pinturas al óleo. “Poco a poco fuimos creando una microempresa, lo que nos ayudó fue acercarnos a hoteles como Los Portales y Río Verde, y también contactarnos con personas que llegaban a la ciudad por visita o por trabajo, es así que empezamos a viajar a Chiclayo, Trujillo, Lima y Cusco ofreciendo las obras de arte”, cuenta la emprendedora.
Pero el talento que Patricia había demostrado desde niña pronto llamaría a la puerta otra vez. La curiosidad que la había empujado a acompañar a su madre a los talleres de manualidades que solía tomar la empujaron a aprender técnicas de pintura y a elaborar sus propios cuadros.
Las oficinas, los departamentos y las casas tienen una mejor apariencia cuando alguno de los cuadros que Patricia pone a la venta forma parte del inventario de los objetos decorativos.
Los precios son variables, el artista y el tamaño del cuadro. Si ella somete a la venta la obra de algún pintor reconocido, como Tolentino o Vegas, con quienes trabaja a menudo, los precios oscilan entre 800 y 1200 soles.
Manualidades Patty
La pintura en tela, el tallado en velas, el repujado en aluminio y la muñequería son solo algunas de las técnicas en las que Patricia ha ido especializándose a lo largo de los años. Paralelo a la marquería, la habilidad manual la ha llevado a conformar “Manualidades Patty”, un negocio de arte decorativo que comprende un valor de fondo:
“El trabajo de un manualista es como el de cualquier profesional. Así como un universitario o un técnico tiene el deber de especializarse, el manualista tiene que desarrollar y perfeccionar técnicas”, explica Patricia.
Esta autodisciplina ha provocado que cada vez que forma parte de un taller, Patricia escoja el trabajo más complejo, de ese modo los manejos básicos los aprende por descontado.
El buen desempeño que la caracteriza hace posible que de manera regular dicte cursos y también que su talento sea solicitado por personas interesadas en recibir clases particulares.
El negocio antes que la vanidad
Como todo emprendedor, Patricia inició el camino de su negocio con un monto ajustado producto de sacrificios. “Si yo podía comprarme un perfume, prefería dejar de lado mi vanidad y esforzarme un poco más por comprar materiales. Todo entra por los ojos, la manera de demostrar mi habilidad era confeccionando ejemplares”, cuenta la dueña de Manualidades Patty.
Asimismo, la emprendedora comenta que la causa del orgullo que ahora siente por sus negocios es que se ha demostrado a sí misma que es más hábil de lo que pensó. “Hombre de poca fe”, le dijo a su padre cuando durante su infancia le mostró su primer trabajo y, sorprendido, le preguntó si ella lo había realizado.
Expectativas
“Al darme a conocer, mi objetivo es que la gente valore el arte. Me causa pena que como sociedad no apreciemos las cosas hechas a mano, cuando en realidad comprende mucho más de una persona”.
Patricia Albán confiesa que no espera hacerse millonaria, que su felicidad culminará cuando haya ayudado a que la gente tome conciencia acerca del valor que el arte posee.
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