Cuando el covid-19 llegó, Adelita Rivera Ordinola no dejó que las limitaciones redujeran sus expectativas de tener un negocio propio. Decidió, junto con su enamorado Juan Adrianzén, llevar quesos, café, cocteles y macerados a los hogares piuranos. Ahora muchas familias les agradecen.
Santa Tierra es el apelativo que Juan Adrianzén usaba cada vez que se dirigía a su sitio natal, Canchaque. Adelita, entusiasta y visionaria, creó una página en Facebook con el mismo nombre para ofrecer los productos de la serranía piurana. Lo que empezó como una transacción simple –la venta– se convirtió en un emprendimiento que hace eco no solo entre los más cercanos, sino también entre familias desconocidas que piden tres quesos y cuatro botellas de macerados para resistir el encierro.
La calidad
El elemento tiempo es difícil de dominar, pero Adelita lo ha hecho su aliado. Ella entrega el producto estrella, el queso, tan pronto como llega a sus manos; es decir, ella le otorga a cada cliente la certeza de que un producto fresco está tocando su puerta. “Hay muchos que venden lo mismo que nosotros, pero solo Santa Tierra ofrece garantía”, indica la emprendedora de 23 años, quien también es estudiante de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Piura.
El trato post venta
Cuando parece que la dinámica de negocio acaba en la venta, llega Adelita para alterar la suposición. Ella se asegura de mantener una cartera de clientes exitosa no solo con cada entrega, sino también después. La emprendedora procura conectar con su público a través de conversaciones personalizadas para posicionar la palabra “calidad” en la mente de sus clientes.
Morfología de una emprendedor
Ser un emprendedor en tiempo pandémico ha dejado enseñanzas y también una gran inicitiva para crear estrategias, es por ello que en Santa Tierra la entrega a domicilio es parte del monto del producto. Los clientes solo deben indicar cuáles de las delicias de la serranía piurana desean.
Adelita asegura que un emprendedor está hecho de destreza y de valentía porque se trata de una persona que tendrá que asumir uno de los mayores retos del mercado: la desconfianza del cliente. Por fortuna, Santa Tierra ha sabido ganarse el apetito y también el corazón de su público.